jueves, 1 de diciembre de 2016

LA LEYENDA DE LA ARAÑA DE NAVIDAD.

La Araña de Navidad es una leyenda alemana que se originó ya hace mucho tiempo. Hoy en día precisamente son muchos los alemanes que colocan en su árbol de Navidad una araña brillante... ¿Queréis saber el por qué? 🎅🎄

La Navidad había llegado a Alemania y cómo no, también a un pueblecito escondido entre las nevadas montañas. Como cada año, todos sus habitantes se disponían a celebrar las fiestas en familia. Eran días especiales y las casas tenían que estar relucientes, así que se preocupaban por limpiar sus hogares y alegrarlos con la preciosa decoración navideña.
Sucedió que en una de esas casas habitaba un grupo de arañas de patas largas y cuerpo delgado, de esas feúchas pero totalmente inofensivas. Siempre permanecían escondidas en una esquina del comedor, ocultas tras un aparador de madera con tiradores de bronce. Llevaban allí varias semanas y el sitio escogido parecía seguro. Habían tejido sus resistentes  telarañas y hasta el momento habían permanecido intactas.
No contaban con que la dueña, dispuesta a que su casa fuera la más limpia de todas, aparecería con la escoba de un momento a otro. Desgraciadamente, eso fue lo que sucedió. La mujer corrió las mesas y las sillas, las estanterías y los muebles, para barrer hasta la última mota de polvo. Las arañas, por suerte, se dieron cuenta a tiempo de que se acercaba a su esquinita y salieron despavoridas antes de ser arrasadas por el implacable cepillo de la escoba. Se ocultaron en una viga del techo y vieron cómo la señora hacía desaparecer  las telarañas  que tanto trabajo les había costado fabricar.
Llegó el día 24 de diciembre y desde su escondite,  vieron a la familia reunida en el salón para montar un precioso árbol de Navidad, lleno de lazos y muñequitos de madera. Cuando terminaron, padres e hijos disfrutaron de una opípara cena y cantaron villancicos hasta bien entrada la noche. Sobre las dos de la mañana, todos se fueron a dormir.
Las arañitas estaban deseando  ver ese precioso árbol más de cerca, así que cuando  en toda la casa reinó el silencio, bajaron por la pared y treparon ágilmente por las ramas del abeto. Disfrutaron muchísimo recorriendo el arbolito navideño, deslizándose por sus adornos y sintiendo las cosquillas de las piñas en sus tripas. Iban de aquí para allá soltando hilos de seda y al final, tanto se movieron, que el árbol quedó cubierto por una enorme telaraña.
Ni se enteraron de que por la chimenea apareció Santa Claus, que venía a dejar los regalos a los niños. Al acercarse al árbol, vio que estaba lleno de arañitas y que no se veían los adornos porque estaban cubiertos por una grande y tupida tela de araña gris. Sintió ternura por esos bichitos que tan bien se lo estaban pasando ¡Al fin y al cabo, para ellas también era Navidad!
Sonriendo les preguntó si querían quedarse para siempre viviendo en ese árbol. Las arañitas contestaron que sí, entusiasmadas. Santa Claus tocó el árbol y se hizo la magia: las arañitas se convirtieron en preciosos adornos dorados y las telarañas, en brillantes guirnaldas e hilos de plata que embellecieron y dieron luz al árbol de Navidad.
Desde entonces muchos alemanes decoran con largas cintas sus árboles y no se olvidan de comprar un adorno con forma de arañita, en recuerdo a esta hermosa leyenda.

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